31 ene 2013

Roland Barthes, La cámara lúcida


























La cámara lúcida. Nota sobre la fotografía apareció en 1980, el año de la muerte de Barthes. Lo que queda de este libro para la actualidad es un documento histórico, una forma de entender la fotografía y la imagen que ya no tienen demasiado sentido. El texto ofrece el intento de hacer una ontología de la fotografía, así lo dice él: descubrir qué es la Fotografía «en sí» (p. 25), con mayúscula y todo, pero el gesto tiene mucho de provocador. Un pequeño ensayo construido con notas, de gran pedantería y con tan sólo ciento y poco páginas no es la forma que tiene un texto sobre ontología; quizá lo de la pedantería sí, pero ya está. También está el hecho de que el libro se ha construido a medida del interés del autor, ya que se mencionan únicamente fotografías que hayan provocado alguna especie de herida o punzada en Barthes. La muerte de su madre tiene una importancia capital en todo el texto. Luego tenemos todas esas iniciales en mayúscula, que en plenos años 80 uno no sabe cómo tomarse. Lo dejo apuntado para una relectura: hay que mirarlo como si fuera un ensayo irónico.

En La cámara lúcida aparece la estructura studium/punctum que tienen las fotografías que le interesan a Barthes: revelan un tema, un objeto de interés cultural, como las fotografías de época que muestran las estructuras familiares tradicionales, la moda de aquel tiempo, etc. Pero el tema, el studium, ha de acompañarse de una punzada o punctum, una especie de impacto que generalmente reside en algún detalle en el que se fija el ojo peregrino del observador. Los dientes de un niño sonriendo, por ejemplo. En palabras de Barthes: «El punctum es entonces una especie de sutil más-allá-del-campo, como si la imagen lanzase el deseo más allá de lo que ella misma muestra» (74). La idea del punctum es de lo más interesante que tiene el libro, no porque revele demasiado acerca de las fotografías, sino porque recuerda que observar una imagen es un proceso activo. Barthes lo ilustra con la imagen de la punzada: intervenimos cuando miramos, actuamos aunque estemos quietos, y por eso podemos sentir heridas al ver.

Las últimas páginas del libro son el testimonio de una manera de abordar las imágenes que tenemos que replantearnos en la actualidad. Barthes afirma que "la Fotografía es llana en todos los sentidos del término, esto es lo que debo admitir [...] Si no se puede profundizar en la Fotografía, es a causa de su fuerza de evidencia" (117). Hay que seguir cuestionando esa dualidad entre profundidad y superficie. La llanura es todo lo contrario que los parajes escarpados que tanto han entusiasmado a la filosofía: de la llanura hacia abajo tenemos la caverna de Platón; hacia arriba tenemos el Mont Ventoux que impresionó a Petrarca, la ascensión a los Alpes que alimentó a Schopenhauer, o las Cimas de la desesperación de Cioran. Las llanuras son planas, no hay relación entre la altura y la profundidad, y si decimos que la imagen es llana admitimos que lanza un desafío al pensamiento filosófico. Muchas categorías clásicas importantes, todas ellas metafóricas, dejan de servir para orientarnos: se acabó el acontecimiento (no hay una cima de la montaña cuya vista nos sorprenda), la distancia se percibe de otro modo... Hasta la autenticidad deja de funcionar.

Las sociedades que viven en imágenes escapan a los instrumentos tradicionales y hay que elaborar otros. En el caso del libro de Barthes percibimos la tensión entre el filósofo y el consumidor de imágenes:

Lo que caracteriza a las sociedades llamadas avanzadas es que tales sociedades consumen en la actualidad imágenes y ya no, como las de antaño, creencias; son, pues, más liberales, menos fanáticas, pero también más "falsas" (menos "auténticas") (128-29).
Este libro sobre fotografía lo ha escrito un filósofo. Es un texto elaborado desde fuera, ante una imagen acabada y con métodos que son ajenos al trabajo y las técnicas fotográficas. Viviendo en el paradigma de la interdisciplinariedad, la vaca sagrada de los congresos y ciclos de conferencias, ya no pueden hacerse trabajos así. ¿Qué tiene que decir un fotógrafo ante esta ontología de la fotografía? La cámara lúcida tiene hoy un valor histórico añadido: ya no podemos escribir sobre fotografía como lo hacía Barthes.

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